Montaña de escalones

Otra vez, otro año más, vuela el tiempo, y pretendo ponerme
propósitos otra vez, de los cuáles la mayoría no cumplo,
pero ahora eso no es lo importante.
Lo importante es donde estoy ahora, lo que ya he conseguido,
lo que ha hecho que sea como ahora soy.
Realmente me emociona pensar en esta gran montaña,
montaña que comenzó llena vacíos, vacíos importantes que no se podían llenar,
montaña llena de tantos miedos y complejos con un incesante consuelo en los míos.
Yo, siempre tan dependiente, pero poco a poco, aparecieron escaleras
llenas de pequeños rayos, pequeñas fugas de luz, que me hacían rozar la esperanza,
rozar la alegría.
Tal vez se iniciaba algo nuevo, tal vez algún vacío se llenaría.
Y con un poco de ilusión, me aventuré a subir por ellas, tonta de mí,
ignorando mi inocencia, no me percaté de las trampas y sufrí por ellas,
aunque de ellas salí un poco acompañada.
Seguí acompañada en busca de más escaleras y sí aparecieron más, supe subirlas,
probé nuevas formas, pero claro mi inocencia y exceso de bondad siguió,
y volví a caer en las trampas, en falsas alegrías de corta duración.
Me levanté, y de la nada y sin motivo apareció un bonito escalón y
una mano abierta y pura, y tuve miedo, fui prudente, la dí,
pero esta vez fui yo la que dirigió el camino.
Camino que con esta mano, con esta increíble persona fui cerrando miedos,
cerrando inocencias, cerrando mi excesiva bondad, y con ello fue naciendo el quererme,
las ganas de querer, vivir y ser feliz.
Y un día ya no pude esperar más, y dejé mi escudo de guerrera a base de heridas y caídas,
y le puse a mi lado, tras el escudo, ahora ya la lucha sería juntos.
Ahora los escalones los continuaba mejor acompañada que nunca,
contigo, persona increíble.
Pero el camino no fue fácil, ya que nuestra historia tampoco,
y hubo baches que pronto superamos,
hubo incluso trampas hacia nosotros, traiciones, algo que nos costó curar,
y a mí superar.
Pero como siempre y gracias a ti, nos hicimos más fuertes,
maduré en aquellos meses mas que en muchos años, aunque ya lo había ido haciendo,
esos meses fue más que nunca.
Y continúe, sin miedos, agarrándote fuerte y agarrando también a todos los demás fuerte
y seguí caminando ya sin vacíos y con las heridas cosidas y curadas.
Porque el flote decidí que lo haría intacto, que ya serían sustos,
que a mi nadie me ahogaría más.
Y aunque hubo una pérdida importante, pérdida de uno de mis guerreros de oro,
hoy seguimos caminando fuertes tu y yo y todos los que queremos
y se atreven a seguir dándonos la mano.
Hoy sigo subiendo escalones, disfrutando lo bueno de cada uno
y sin dejarme vencer por lo malo, porque no se hasta donde subiré,
si la meta será muy lejana, si será posible o no, yo solo sé que
me voy a seguir queriéndome todo lo que pueda, poniendo el escudo
delante de nosotros, de todos los que quiero, luchando por cuidar
y disfrutar para siempre lo más valioso e importante.
Gracias a todas y cada una de las personas que me habéis hecho madurar,
y lo seguís haciendo, que aprendemos hoy y mañana aprenderemos más.
Y que seguiremos cayéndonos pero nos levantaremos
y miraremos las cosas de otra forma como antes no sabíamos hacer.
Qué bonito es aprender, aprender a vivir, y seguir aprendiendo.
Que hay que llorar, pero para aliviarnos y sonreír de nuevo,
que hay muchas cosas buenas que aún están y esas son las que hay que cuidar,
que lamentar no haga falta, porque sea ahora cuando aprovechemos,
vivamos, riamos, queramos, lloremos, luchemos, abracemos y amemos.
No sé si volveré mucho más, pero sé que si aquí vuelvo,
escribiendo como siempre, en profundo y con sentimiento.